La obesidad ha sido reconocida como una enfermedad en la que existe una acumulación de grasa corporal hasta el punto en que la salud del individuo se ve comprometida. Se encuentra ampliamente documentada la asociación entre el exceso de peso y enfermedades como diabetes mellitus tipo 2, resistencia a la insulina, hipertensión arterial, trastornos del colesterol, hígado graso, apnea obstructiva del sueño, reflujo gastroesofágico, osteoartritis, cardiopatía coronaria (infarto), entre otras. Esto determina un riesgo aumentado de muerte a una edad precoz y deterioro en la calidad de vida del individuo. Actualmente, es considerada la mayor epidemia de nuestra generación; y la tendencia ha sido a su aumento progresivo y en forma cada vez más acelerada. Chile no es una excepción, observándose en la última encuesta nacional de salud una prevalencia de obesidad del 25% y obesidad mórbida de un 2,3%. Corresponde a una enfermedad crónica de origen multifactorial y, por lo tanto, de difícil tratamiento. El tratamiento inicial de la obesidad corresponde a cambios en el estilo de vida, hábitos alimentarios, dietas bajas en calorías y terapias con medicamentos. Sin embargo, no es infrecuente el fracaso de estas terapias en ciertos grupos de pacientes, lo que ha llevado a buscar en la cirugía una alternativa de tratamiento más efectiva y de más largo plazo.